¿Investigar o automedicarse?

En todas las disciplinas y actividades siempre es importante dedicar tiempo y recursos para la investigación.  Conocer la realidad sobre la que se necesita actuar conduce a tomar decisiones adecuadas, específicas y eficaces.  Los exámenes de laboratorio antes de la receta médica, el estudio de suelo antes de construir la casa, la revisión vehicular antes de un viaje o los partidos de pretemporada en el fútbol, son algunos ejemplos de investigación previa.

En comunicación organizacional las cosas no son diferentes.  Planificar las acciones comunicacionales y ejecutarlas requiere un proceso previo que permita conocer las verdaderas necesidades de comunicación, sin importar si se trata de una entidad pública o privada, multinacional o pequeña empresa, emprendimiento naciente o un profesional, todos necesitan investigar para conocer ¿qué?, ¿a quién?, ¿cómo? y ¿por qué? comunicar.

En la revisión académica encontramos cientos de modelos de planificación de comunicación estratégica, pero el más aceptado y utilizado es el modelo RACE, propuesto en 1963 por John E. Marston, que se compone de cuatro etapas: investigación, acción, comunicación y evaluación, pero en la práctica profesional varios estudios demuestran que la investigación y evaluación son escasamente aplicadas, al punto que el académico catalán Jordi Xifra expresó que estas etapas están “menospreciadas” en la profesión de relaciones públicas.  Las razones tienen relación a la falta de presupuesto y al desconocimiento metodológico para su aplicación.

¿Qué investigar? Para poder planificar la comunicación de una organización es importante conocer ¿quiénes son nuestros públicos clave, cuál es la relación que tenemos con ellos, que percepciones
(imagen) tienen ellos de nuestra organización, de qué canales disponemos para establecer un diálogo (no solo para emitir sino principalmente para escuchar), los mensajes están siendo entendidos correctamente y generando el impacto que deseamos, tenemos clara nuestra identidad y la estamos comunicando correctamente, utilizamos los canales correctos, etcétera.?

Por ejemplo: ¿analizan las escuelas cómo están funcionando las agendas estudiantiles, cumplen su función, los padres de familia las revisan diariamente, se comparten inquietudes con el profesor o los papás se igualan las firmas semanalmente?  Y las gacetas de noticias en las instituciones, ¿qué impacto están generando, los empleados las leen?  ¿qué creen los clientes de mi producto y calidad de servicio, nos recomiendan con sus amigos, tenemos una forma de escucharlos, llenamos sus expectativas? ¿la gente reconoce nuestra marca, identifica nuestros atributos de identidad, estamos en su mente, tenemos alguna posibilidad que nos elijan como opción de compra? y en las redes sociales ¿qué pasa con nuestras publicaciones, generan alguna reacción, provocamos conversación con la gente que nos sigue, nos está siguiendo la gente que queremos que lo haga?

Se ha creído que la comunicación estratégica deben practicarla solamente las instituciones públicas y grandes empresas, pero en realidad creo que quienes más la necesitan son los emprendimientos y PYMES porque requieren optimizar al máximo sus recursos que siempre son escasos.  Se piensa también que la investigación es una obligación solo de la academia y que en la práctica lo importante es “hacer cosas”, generar contenidos, publicar, emitir…pero ¿estamos haciendo lo que realmente necesitamos, nos planteamos objetivos comunicacionales viables, reales y coherentes a lo que nuestro negocio/empresa requiere?

Refiriéndonos al ejemplo que planteamos al inicio, ¿puede el médico planificar su tratamiento sin analizar los exámenes respectivos?  En comunicación, ¿investigamos para conocer nuestro diagnóstico o nos estamos automedicando?



#JVRComunicación
@javiervireriascos

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